jueves, 25 de febrero de 2016

Cuento del mes

Hola a todos. Hace bastantes meses que no hemos publicado ningún cuento, pero ahí va uno muy ecológico. Este mes queremos dar protagonismo a la sostenibilidad y más adelante os contaremos cómo estamos reciclando y haciendo nuestro abono orgánico para la huerta urbana.




PATI Y PITU CONOCEN A URA
Pati y Pitu eran muy buenas amigas. A las dos les gustaba investigar y aprender. Pati era aventurera, sin miedo para vivir nuevas experiencias, pero un poco atolondrada e impulsiva y bastante despistada. Pitu, en cambio era más previsora, reflexiva y tranquila, admiraba la valentía de Pati y ésta le agradecía sus consejos, siempre le recordaba cuándo llegaba la hora de volver a casa o le sugería que no arriesgara demasiado en las aventuras.
Un día de verano. Las dos amigas fueron a jugar al río. Estaban refrescándose en el agua cuando Pati descubrió un pez dorado muy brillante que le hacía cosquillas nadando entre sus piernas. Sin pensarlo dos veces se zambulló en el agua y puso su cara a la altura de los ojos del pez. Éste se paró en seco del susto, pronunció unas palabras silenciosas y siguió nadando. Pati salió del agua y le dijo a Pitu que el pez le había dicho que le siguiera.
—¿Estás loca? Los peces no hablan—Dijo Pitu.
—Pues éste me ha hablado. Y salió nadando detrás del pez.
Pitu siguió a Pati, tenía miedo de que se metiera en uno de sus líos, además, estaba intrigada por saber qué pez era aquel que brillaba tanto. Avanzando a contracorriente llegaron a unas rocas donde el agua caía formando una cascada, el pez atravesó la cascada y desapareció. Pati pretendía seguir al pez pero Pitu le agarró del traje de baño impidiéndole que siguiera nadando:
 —¡Pati no entres. No sabemos qué hay ahí, es peligroso! Y ese pez misterioso, a saber qué pretende.
—Pitu, el pez me ha mirado con cara de desesperación, quería decirme algo. Creo que tiene problemas y quiere que le ayudemos.
Pitu se compadeció del pez y soltó a Pati que se zambulló en el agua y desapareció. Con bastante miedo Pitu cerró la boca aguantando la respiración y siguió a Pati.
Bucearon y atravesando la cascada aparecieron en una cueva donde el agua les cubría hasta la cintura. Allí, un buen grupo de peces dorados nadaban formando círculos como si estuvieran bailando alrededor de una bella sirena. Iba vestida con una túnica azul de la que le asomaba una cola de pez plateada. Tenía el pelo castaño recogido con una diadema de perlas de río y se le escapaban unos tirabuzones que recordaban los remolinos formados en las corrientes de los ríos. Su apariencia era traslúcida como agua teñida de colores recogida en un recipiente en forma de sirena. Reflejaba serenidad y alegría. Al ver a las niñas les dijo:
—Bienvenidas a nuestra cueva. Os agradecemos mucho que hayáis venido. Yo soy Ura, el espíritu del agua. Os contaré por qué os hemos hecho llegar hasta aquí: siempre hemos vivido felices en nuestro río, pero desde hace unos meses el agua que respiramos viene contaminada y nos falta oxígeno para respirar, las crías de pez dorado se mueren al nacer y los peces adultos van enfermando. No sabemos la causa, pero pensamos que tiene algo que ver con una corriente de agua oscura que viene de la parte alta del río.
—¿Y nosotras qué podemos hacer? Preguntó Pitu.
—Nosotros no podemos salir del agua, pero vosotras sí. Hemos pensado que podríais investigar por ahí fuera y ayudarnos a poner solución a nuestro problema.
Las dos amigas se miraron en señal de complicidad y aceptaron la misión que les había encomendado Ura. Le prometieron que volverían con información para ayudarles.
Volvieron por donde habían entrado y comenzaron a caminar río arriba. Después de andar varios kilómetros descubrieron una casa con una tubería por donde caía al río un agua marrón y maloliente. Alrededor de la casa había mucha basura y plásticos tirados.
—Esto debe ser la causa del problema. El que vive aquí no es consciente del daño que está haciendo al río y tenemos que hablar con él— Dijo Pitu.
—Pues llamemos a la puerta—Contestó Pati. Y sin pensarlo dos veces tocó el timbre. Enseguida salió. Ellas le contaron que estaba contaminando el río y que se estaban muriendo los peces. Pero él les contestó enfadado:
—Mirad niñas, no tengo tiempo de escucharos. Estoy a punto de descubrir un gran avance científico que revolucionará el mundo de la tecnología y me dará mucho dinero. Lo siento, más adelante me preocuparé del río.— Y les cerró la puerta en las narices. Las dos amigas se miraron desanimadas y decidieron volver a contarle a Ura lo que habían averiguado. Ura les recibió expectante y después de escucharles con atención les dijo:
—No os preocupéis, tengo una idea. Les mandaré un mensaje a nuestras amigas las nubes a través de las gotitas de agua que se evaporan del río y ellas nos ayudarán.
Pati y Pitu no salían de su asombro, se imaginaron a las gotas de agua volando hacia el cielo con mensajes para las nubes. Ura les contó un plan de acción y volvieron a la casa del científico. Cuando ya estaban llegando las nubes comenzaron a volverse grises. Rayos y truenos empezaron a llenar el cielo y se formó una gran tormenta. De pronto, un rayo cayó en el poste de electricidad de la casa y después de un gran estruendo, ésta se quedó a oscuras. Pati y Pitu volvieron a llamar a la puerta. Pero tuvieron que tocar con los nudillos porque ya no funcionaba el timbre. De nuevo salió el hombre, esta vez mucho más enfadado.
—¿Qué hacéis aquí otra vez? Tengo mucho trabajo y no quiero que me molestéis. Se me han complicado las cosas: me he quedado sin electricidad y no puedo seguir con mi experimento.
Pitu cogió la palabra: —Ahora venimos a ayudarte, tenemos una solución para tu problema, pero tendrás que colaborar con nosotras.
El hombre dudó un poco, pero al final accedió y escuchó a las dos niñas que le contaron que si se comprometía a poner una depuradora en los desagües y recoger los plásticos y la basura en contenedores, ellas le pondrían un molino para aprovechar la fuerza del agua del río y podría conseguir electricidad gratis. El científico, que no era malo y sí muy listo, aceptó la propuesta. Con la ayuda de los peces dorados trajeron los materiales para el molino desde una antigua presa.
Pitu venía arrastrando un gran contenedor para las basuras y Pati que estaba colocando las piezas del molino, al verla, salió corriendo en su ayuda.
—Gracias Pati, eres muy buena amiga. ¿Quieres que te ayude yo en lo que estás haciendo? Al ir a ayudar a su amiga, a Pati se le había olvidado apretar bien las tuercas y la turbina salió disparada por la fuerza del agua. Las dos niñas salieron detrás viendo cómo se alejaba la turbina río abajo sin poder alcanzarla. Pero los peces dorados consiguieron recuperarla y les ayudaron a colocarla otra vez en su sitio.
Mientras trabajaban, el hombre les contó que su experimento consistía en transformar el cobre en un metal más conductor de la electricidad y aplicarlo a los ordenadores para conseguir que funcionaran mucho más rápido. Con este experimento podrían tener ordenadores muchos niños en las escuelas del mundo entero. Pero para eso tenía que tratar el cobre con cianuro y esa sustancia era muy tóxica para los peces.
Cuando comenzaron a separar los plásticos de los envoltorios de las placas de cobre que le traían al científico y meterlos en su contenedor, Pitu tuvo una idea:
—¿Y si aprovechamos los plásticos para las carcasas de los ordenadores?
—Muy buena idea niña. Así ahorraremos en material y todo.
Por fin pusieron en marcha el molino y la depuradora. Y así quedaron todos contentos. Las nubes satisfechas de su labor comenzaron a separarse y un  precioso arcoíris pintó el cielo de colores. Pati y Pitu fueron a contarle a Ura su éxito y ésta les agradeció su ayuda regalándoles dos conchas con una perla de río nacarada dentro como recuerdo.

FIN

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