LA PIEDRA DEL PERDÓN
Erase una
vez, un país donde la gente vivía feliz. Los vecinos eran amables y reinaba la
paz y la alegría. Hasta que un día una malvada bruja, envidiosa de que los
vecinos vivieran contentos, les echó un maleficio. Una noche, cuando todos
estaban durmiendo, hizo entrar en un profundo sueño a los guardianes del
castillo, accedió hasta la sala de la torre y les robó una de las piezas más
valiosas del tesoro real; la piedra del “perdón”. Una piedra preciosa, color verde malaquita que
relucía con fuerza cuando se iluminaba por los rayos del sol.
Los
guardianes cuando se despertaron no se percataron del robo de la bruja, y la
vida siguió igual en el país. Hasta que un día de primavera, la hija del rey,
salió del castillo con intención de dar un paseo. Atraída por la belleza de las
flores se despistó del camino y se adentró en el interior del bosque. Allí se
puso a contemplar las ardillas y los saltamontes olvidándose de la hora de vuelta. Y se le hizo de noche.
El rey
angustiado de la falta de la princesa envió a la guardia real a buscarla.
Recorrieron todo el bosque y por fin la encontraron temblando de miedo en un
rincón.
Al llegar al
castillo, la princesa fue corriendo a disculparse a su padre, pero en vez de pronunciar
la palabra mágica: “perdón”. Sólo le salían justificaciones y escusas. Enfadada,
le dijo a su padre: — si no estuviera encerrada en el castillo todo el día y me
dieras más libertad no me hubiera escapado.
El rey se
disgustó con las palabras de su hija y en vez de moverle a compasión se enfadó
y le castigó sin salir de su habitación durante un mes.
Esto no fue
todo. Una de las aldeanas del país llegó al mercado con sus productos de la
huerta para venderlos. Un vecino fue a comprarle una calabaza. Y cuando le
tocaba su turno se le olvidó pagar y la mujer pensó que quería robarle: — ¡Eh,
ladrón esa calabaza es mía!
El hombre
fue a disculparse, pero le salió: — ¡Pues menuda birria de calabazas que tiene
usted, ya no la quiero ni aunque me la regale!
Entonces se
empezó a armar un gran revuelo en el mercado, la gente comenzó a discutir e
insultarse.
Pero Fabián,
un joven caballero muy listo, presenciando la escena, pensó que algo raro
estaba pasando. Esa conducta entre los habitantes del país no era corriente y
aunque intentó apaciguar a los aldeanos, tuvo que salir de allí casi magullado.
Fue al
castillo y preguntó por el rey, le dijeron que estaba muy disgustado con su
hija y que no recibía visitas. Entonces Fabián, desconcertado, se marchó a
buscar al mago del bosque.
Llegó a la
casa del mago, enterado de los acontecimientos le abrió la puerta enseguida. Le
explicó que lo que había sucedido era obra de la bruja. Y que sólo un caballero
valiente y humilde podría recuperar la joya más preciada del reino. Fabián
accedió a ir a rescatar la piedra pero reconociéndose débil para tan gran
hazaña, le pidió ayuda.
El mago le
dio la capa del bien y la pócima de la verdad. Dos armas para vencer a la
bruja. Y le dijo:
-
No
tengas miedo, el bien, siempre triunfa.
Fabián cabalgó
y cabalgó en busca de la bruja hasta llegar al bosque encantado. Cansado y
hambriento del camino se sentó a la sombra de un árbol. Apareció una ninfa del
bosque que le invitó a entrar a su casa para descansar y beber un poco de agua.
Fabián accedió a entrar y reponer un poco de fuerzas antes de enfrentarse a la
bruja.
La ninfa le
ofreció sentarse en un cómodo sillón y le invitó a una suculenta comida, pero
Fabián le dijo que sólo tomaría un poco de agua y un poco de pan, le esperaba
una dura tarea y no quería que una pesada digestión se la dificultara.
La ninfa le
trajo el agua y el pan y se sentó a su lado a charlar amablemente con él: — ¿Qué
tarea te trae por aquí?, caballero. ¿No tendrás intención de enfrentarte a la
bruja del bosque?
-
Pues
sí, nos ha robado una joya muy preciada en nuestro país y he venido a
recuperarla.
-
Sólo
los valientes son capaces de enfrentarse a tan vil ser. La bruja es muy astuta
y no se dejará vencer por cualquiera ¿tú te sientes tan valiente como para
vencerle? Es un ser muy malvado y poderoso.
-
Sí,
ya lo sé. La verdad es que no me considero tan valiente. Es más, ahora mismo
estoy aterrado de miedo y saldría corriendo. Pero he visto las consecuencias
que han llegado a mi país y no estoy dispuesto a dejar que el mal nos quite la
felicidad que teníamos.
-
Y
de dónde vas a sacar la fuerza para enfrentarte a la bruja. ¿Alguna vez la has
visto, no deja títere con cabeza? Su poder es maligno.
-
Sí,
ya lo sé, pero yo tengo el poder de la verdad y del bien, más poderosos que
cualquier arma.
-
Veo
que eres un caballero valiente. Me has demostrado que estás preparado para
enfrentarte a la bruja. Si quieres te puedo indicar el camino hasta el castillo
de la bruja. Hay un atajo por el que llegarás antes y salvarás el lago negro.
Un lago encantado lleno de criaturas malignas que te podrían hacer daño.
La ninfa guió a Fabián hasta la
puerta del castillo de la bruja y se despidió: — Que la suerte te acompañe.
A las
puertas del castillo apareció la malvada bruja. Tenía verrugas en la cara, un
sombrero negro y una escoba en la mano. Con maléfica voz le dijo:
-
Oh,
ingenuo caballero, vienes a mí desarmado. ¿Piensas que me vas a vencer?
-
Sí.
Soy Fabián y vengo a recuperar la piedra del “perdón” que nos has robado. No te
venceré con la fuerza, pues soy más débil que tú. Pero el poder del bien y la
verdad me acompañan y son más fuertes que tu maldad. Dime dónde la tienes
escondida.
La bruja
comenzó a reírse muy furiosa, agitó su escoba y se transformó en un inmenso
dragón. Fabián temblando de miedo se escondió detrás de una piedra evadiendo
las llamas que echaba el dragón por la boca. El dragón desconcertado comenzó a
buscarle dando vueltas sobre sí mismo y Fabián aprovechó para subirse a un
árbol muy grande que había y cuando pasó por debajo de él el dragón, sacó la
pócima de la verdad y lo roció cayéndole el líquido mágico por la cabeza. De
pronto el dragón comenzó a hacerse pequeño y cuando ya tenía el tamaño de un
lagarto. Fabián se bajó del árbol y le pisó la cola sin dejarle escapar:
—
Ahora
me vas a decir dónde tienes escondida la piedra del perdón o te pisaré.
La bruja,
entre sollozos le dijo que lo había escondido en las mazmorras de su castillo,
pero que la tenía dentro de una urna indestructible para que no pudiera
ejecutar su efecto sobre la gente. Y volvió a reírse de maldad.
Fabián tuvo
compasión de la buja y le dejó escapar. Salió corriendo a las mazmorras del
castillo donde encontró la piedra dentro de una urna de cristal. Intentó romper
la urna con una barra que encontró allí pero era imposible. Miró a su alrededor
y vio en medio de la oscuridad de las mazmorras una pequeña ventana por donde
entraba un rayo de sol. Con todas sus fuerzas arrastró la urna hasta colocarla
donde le alcanzaba el sol, y la piedra del perdón comenzó a brillar. El cristal
que la protegía empezó a quebrarse hasta que por fin explotó. Fabián agarró la
piedra y se la metió en el zurrón. En la puerta del castillo volvió a aparecer
la bruja que se le había pasado el efecto de la pócima y agarró su escoba con
intención de entorpecer el paso de Fabián. Este se quitó la capa y se la echó
por encima a la bruja. La capa del bien quemaba a la bruja y aunque se revolvía
sobre sí misma no conseguía despegársela. Ésta salió corriendo hacia el lago
negro donde se zambulló. Dándose por vencida se quedó a vivir con los malignos
seres del lago negro y no volvió a molestar a sus vecinos que recuperaron la
paz y la alegría en todo el país.
FIN
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