LA NIÑA QUE NO CONOCÍA EL MIEDO
Luci era una niña a la que le
gustaban mucho las aventuras e investigar nuevos lugares. No tenía miedo de
subirse a los árboles para ver de cerca a los pájaros en sus nidos ni de
adentrarse en las cuevas con afán de encontrar sitios desconocidos o algún tesoro
por descubrir. Su madre le decía:
—Luci, parece que no conoces el
miedo. Cualquier día te va a ocurrir algo. Ten más cuidado.
Pero Luci no conseguía entender las
palabras de su madre, porque para ella todo era emocionante y no se podía
imaginar qué cosas malas le podían pasar.
Un día pensó:
—¿Cómo será el miedo? Me encantaría
conocerlo.
Pinchó en internet y puso: “miedo”.
Navegó por la red hasta que consiguió averiguar que según una leyenda, el miedo
era un ser que vivía en un bosque llamado “el bosque terrorífico” y que nadie
había visitado desde hacía muuuchos años. Además, por suerte, según el GPS, no
estaba muy lejos de su casa. Cogió la mochila con unas cuantas provisiones y un
saco de dormir y se fue en busca del miedo.
Caminó todo el día hasta llegar al
bosque donde había un gran cartel que decía: “Bosque terrorífico. No pasar, da
muucho miedo”. Sin pensarlo dos veces se adentró en él. Los árboles no tenían
hojas, los trocos estaban retorcidos y tenían bultos como verrugas. Ya estaba
anocheciendo y decidió abrir su saco y meterse a dormir debajo de uno de esos
horribles árboles para seguir la búsqueda al día
siguiente.
Pero cuando estaba a punto de meterse
en el saco escuchó una lechuza: uh, uh… Y vio unos ojos que le miraban
fijamente. Luci en vez de asustarse le iluminó con su linterna y la lechuza le
habló:
—¿Pero niña qué haces? ¿No te asusta
mi presencia?
Luci le contestó:
—¿Asustarme? ¿Por qué? Tienes cara de
buena.
—¿Qué haces aquí en el bosque? ¿A dónde vas?
— Estoy buscando al miedo, me haría
mucha ilusión conocerlo.-
—¡Pero estás loca! ¿No
sabes que el miedo es terrorífico y que nadie lo ha visto desde hace muuuchos
años?
—Sí, pero eso no impide que lo pueda
conocer. ¿Seguirá viviendo en el bosque?
—Creo que sí, a veces
me ha parecido ver humo de una chimenea. Dicen que come niñas asadas. Ja, ja.
—Eres tonta, seguro que no es verdad.
Pues mañana emprenderé de nuevo el camino.
—Bueno, pues que tengas suerte, niña
—¿Me podrías acompañar allí?
—¿Acompañarte? Bueno, acompañarte sí,
pero no voy a entrar a ese lugar, me da muuucho miedo.
—Bueno vale, mañana, en cuanto
amanezca nos pondremos en camino.
A la mañana siguiente, la lechuza y
Luci emprendieron la marcha por el bosque hasta llegar a una casa terrorífica.
El tejado estaba medio derruido y todo lleno de telarañas. La lechuza se
despidió y Luci se acercó a la puerta. Tocó: pon, pon.
De pronto se
abrió la puerta con un terrorífico chirrido. Luci entró despacio preguntando
—¿Hay alguien? Pero no se oía nada. Volvió a
preguntar:
—Buenos días
¿vive aquí el miedo?
Entonces se
oyó una voz muy grave que decía:
—¿Quién anda
ahí?
—Hola, soy
Luci, he venido a conocerte. Déjate ver y podremos hablar mejor.
Se abrió una puerta y salió un duende
con un gorrito rojo y pantuflas de colores. La voz cambió el tono y se hizo más
aguda y agradable:
—¿Conocerme? Nadie ha venido aquí
desde hace muuuchos años. Has sido muy atrevida acercándote hasta aquí.
Luci le
dijo:
—¡Pero si no
eres tan terrorífico, incluso hasta tienes cara de bueno! ¿Quieres que seamos
amigos?
—¿Amigos? Hace
muuchos años que a la gente le doy miedo y en cuanto me sienten salen
corriendo. Nunca he tenido amigos. ¿Cómo se hace un amigo?
—Pues
podemos jugar juntos y compartir aventuras. Yo podré venir a verte de vez en
cuando y así pasaremos la tarde juntos.
—Vale, ¿y
podré ir yo también a verte?
—Vale y te
presentaré a mis amigos.
—¡Pero se
irán corriendo!
—No te preocupes,
yo les explicaré que cuando sientan miedo es que eres tú que vienes a verles
para hacerte amigo suyo.
—Vale.
Y desde entonces Luci y el miedo
fueron muy buenos amigos y consiguieron que muchos más niños también se
hicieran amigos del miedo.
FIN
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